El impacto de la obesidad y la hipertensión en la salud pública se está incrementando en todo el mundo. Según los estudios, las personas obesas son propensas a la hipertensión y viceversa. Aunque no todos los mecanismos patofisiológicos subyacentes están claros, se sabe que el sobrepeso y la obesidad están relacionados a una activación del sistema nervioso simpático, la función renal, engrosamiento de la pared arterial, ciertos cambios en los sistemas hormonales, relacionadas con la regulación de la presión arterial. En conjunto, estos factores contribuyen a un aumento de la presión arterial, la cual a su vez afecta de forma independiente órganos específicos.
El vínculo entre la obesidad y la hipertensión está bien establecido. Además, los estudios demostraron que existe una dependencia inversa entre el peso corporal y la presión arterial: mientras se reduce la primera, al mismo tiempo se obtiene un mejor control de la segunda.